Marzo, mes clave
Rodrigo Aravena González Economista Jefe Banco de Chile
- T+
- T-
Rodrigo Aravena
Si bien el título de esta columna podría generar diversas interpretaciones, principalmente por las hipótesis que se han tejido desde octubre, me quiero enfocar en una serie de factores que se conocerán en marzo, ya que serán determinantes en el diagnóstico y proyección de la situación real que vive el país. Por ende, también serán cruciales sobre las implicancias de política económica de corto e incluso mediano plazo. En este contexto, debemos concentrarnos en tres grandes áreas.
La primera se relaciona con las próximas cifras de crecimiento, ya que nos permitirán tener una mejor lectura del repunte del Imacec en diciembre, el cual sorprendió muy positivamente a prácticamente todo el mercado. En particular, luego de que la economía creciera un 3,5% mensual, no creo que hayan sido pocos los que pensaron que lo peor quedó atrás, o que la economía chilena era particularmente resiliente a lo ocurrido y que el crecimiento está de vuelta. Es más, incluso hubo alzas en las estimaciones de crecimiento para el año, sostenidas en una visión más optimista (y quizás voluntarista) del futuro.
Sin embargo, debemos ser más cautos que nunca y esperar más información antes de sacar cualquier conclusión precipitada, especialmente en el ambiente actual. Con la misma cautela que analizamos la caída del Imacec en octubre (-3,4%), debemos poner sobre la mesa la posibilidad de que la economía haya tenido una recuperación transitoria sólo a raíz de la postergación de actividades que no se pudieron realizar los meses anteriores, más que a una reactivación real del crecimiento. Dado que un solo dato no construye tendencia, tendremos que esperar a marzo para tener algo más de indicios sobre la potencial recuperación de Chile, que creo poco probable. Por ahora únicamente sugiero no apresurarnos en las conclusiones.
Es esperable, también, que en marzo se retome la discusión de una serie de reformas que quedaron pendientes luego del receso en la actividad parlamentaria en febrero. Entre ellas, es especialmente relevante el desenlace de discusiones en materias como las reformas laboral y de pensiones, entre otras, que pueda tener impacto en inversión. No cabe ninguna duda de que la incertidumbre sobre aspectos más bien fundamentales genera una postergación en decisiones de gasto tanto de empresas como de las personas. Diversas encuestas dadas a conocer por el Banco Central nos muestran, de manera inequívoca, que parte importante en la caída de la inversión se asocia con este fenómeno. Esta discusión política es una segunda razón por la cual hay que poner especial atención a los acontecimientos de marzo.
Finalmente, no podemos desconocer que hemos estado (justificadamente) muy concentrados en factores locales. Sin embargo, la incertidumbre sobre el daño del coronavirus en China no puede dejarnos indiferentes, dado que se trata del primer socio comercial de nuestro país y que además tiene un impacto directo en el precio del cobre. En las próximas semanas también tendremos información sobre el ajuste que ha vivido China a raíz de este problema. No olvidemos que una caída de un punto porcentual en el crecimiento de China puede incluso reducir en casi medio punto el PIB de Chile, lo cual podría profundizar el ciclo actual.
Como consigné en la columna del mes pasado, hoy más que nunca debemos realizar un buen diagnóstico de la situación de Chile, ya que sólo así podemos tener nociones de las mejores políticas para afrontar esta situación. Esto cobra especial importancia hoy, porque no tenemos margen para errar en cuanto al diseño e implementación de estas políticas para volver a crecer de manera sostenible.